Frente a la situación internacional vigente, Argentina cerró satisfactoriamente 2009 y las perspectivas de 2010 aparecían promisorias; pero, sin justificación alguna, surgieron problemas artificiales derivados de una inadecuada conducción.
Si bien es cierto que hubo un par de ingresos especiales, la Tesorería de la Nación logró hacer un buen cierre del ejercicio 2009 pues la recaudación tributaria ascendió a $304.930,5 millones; 13.2% más que en el precedente. Este incremento es inferior que los de años anteriores pero debe tenerse muy en cuenta la situación del entorno extranacional y, especialmente, la fuerte caída en el comercio internacional que descendió un 27.3%.
Bajo tales condiciones no puede extrañar que los impuestos vinculados al mismo registraran totales por debajo de los antes alcanzados. Ello explica que el IVA que recae sobre las importaciones lo haya hecho en 16.8%; que los Derechos sobre las mismas marcaran una merma del 14.3% y los que gravan las exportaciones lo hicieran en un 11.1%.
Desde los tiempos en que transitoriamente ocupo la presidencia el doctor Eduardo Duhalde su Ministro de Economía Roberto Lavagna inauguró una modalidad que, pese al transcurso del tiempo, todavía persiste. Al cumplir con el requisito legal de enviar el proyecto de Presupuesto de la Administración Publica Nacional al Congreso hasta el 15 de septiembre del año precedente; el correspondiente al ejercicio 2003 lo hizo justo a mediados del noveno mes del año 2002. Frente a la vertical caída del P.B.I que llegó a la cifra inédita del 10.9%, era lógico y explicable que proyectara una cierta recuperación por lo cual se ubicó en el 4.0%. La posterior evolución superó holgadamente el cauto pronóstico con un sorprendente “salto” que dobló dicho porcentaje. Lo que entonces tenía un claro fundamento dejó de serlo para los ejercicios fiscales subsiguientes. No obstante, el referido Ministro optó por mantener el mismo parámetro anual de crecimiento para los tres años posteriores (2004 a 2006) que siguió en un plano inferior a la mitad de su verdadero ritmo. Su salida del cargo no fue óbice para utilizar nuevamente ese criterio en el trienio 2007/2009.
Debe tenerse bien presente que durante el lapso 2003-2008 hubo un incremento acumulado nunca antes alcanzado en nuestro país del 62.5% que permitió dejar atrás el duro retroceso ocurrido entre 1999 y 2002. ¿Por qué sostuvo esa proyección invariable del 4.0% anual para elaborar los respectivos y sucesivos presupuestos en ese extenso período? Muy sencillo. Lo que al principio tomó de sorpresa, se convirtió después en norma porque proporcionaba al Poder Ejecutivo un elevado excedente de recursos sin afectación alguna que podían ser asignados en forma discrecional mediante decretos de necesidad y urgencia.
Este mecanismo que tácticamente funcionó tan bien para facilitar el manejo de los fondos, en 2009 no pudo repetir esa secuencia exitosa. Es que la gran sequía que asoló nuestro territorio -la peor de los últimos 70 años-, la profunda crisis y recesión internacional que estalló a partir del 15 de septiembre de 2008 junto con el prolongado e irresuelto conflicto con el sector agropecuario, provocaron una notoria caída en el P.B.I. que, según lo anticipó el Ministro ante los legisladores, sería solo del 0.9%; mientras que para los analistas privados llegaría alrededor de tres puntos negativos. Cualquiera sea el guarismo real hay una sensible diferencia con respecto a lo acaecido hasta el comienzo del 2010.
Los dudosos parámetros previstos para 2010.
Cuando faltaba transitar el último trimestre, los datos disponibles nos mostraban que las exportaciones apenas superarían los u$s 55.000 millones; lo que implicará una merma interanual aproximada al 20%. Por su parte las importaciones seguirán la misma tendencia, generándose un saldo positivo de u$s 16.9 miles de millones. El hecho que en el mundo tales índices sean bastante mas desfavorables no es un consuelo pues, aún atenuados, impactan sobre las demás variables locales que concurren a definir la posible evolución de la coyuntura. Lo mismo sucede con la recaudación tributaria que, a valores constantes, viene siendo inferior a la alcanzada en 2008; con lo cual se hace bastante más problemática la administración del gasto público y ha estrechado en alta medida el superávit primario que llegaría, al cierre de este ejercicio, a un magro 1.1% del P.B.I.
Con todos estos antecedentes deben evaluarse las estimaciones que respaldan e informan los cálculos del flamante proyecto de Presupuesto para 2010. En este caso la elaboración se hizo bajo el supuesto que el PBI. crecerá un 2.5% en dicho año; el referido superávit fiscal primario totalizaría $ 35.927 millones (2.17% del PBI) y un saldo financiero final de $ 621 millones luego del pago de intereses; frente al de este año que admiten será negativo en $ 8.944 millones. Completan los parámetros utilizados un probable incremento del consumo del 4.0% y 10.0% en la inversión, una suba en los precios implícitos del 8.8% que sería acompañada por una paridad promedio del dólar de solo $ 3.95. En materia de exportaciones, se espera crecerán 10.0% mientras las importaciones que lo harían en un 20.0%. De todas maneras, la balanza comercial repetiría el nivel del superávit que se aguarda al finalizar este año; ligeramente por encima de los u$s 14 mil millones.
Al margen del grado de aceptación que merezcan los referidos datos básicos y con la experiencia de los ejercicios anteriores, no puede dejarse de formular la pregunta sobre cual fue la idea que ha primado para adoptarlos en esta oportunidad. Ello implica discernir si se ha optado por interrumpir o mantienen la anterior modalidad para disponer, como en los siete pasados, de fondos excedentarios no asignados. La sorpresiva aparición del Fondo de Garantía del Bicentenario comenzó aclarar esa incógnita. Examinando en forma global el escenario previsto surgen algunas incongruencias bastante evidentes. Cuesta creer que en todo 2010 el tipo de cambio tenga un deslizamiento tan leve como el consignado; que de ser cierto, una amplia franja de exportaciones deberían afrontar serias dificultades para colocar sus productos. Lo más probable es que se ha tratado de respaldar la tendencia a la tranquilidad que señorea en el mercado cambiario con ánimo de consolidar ese “clima” para frenar o atenuar la “fuga” de capitales al exterior y las presiones inflacionarias. Dicho objetivo es loable pero tiene un claro límite: no descolocar el tipo de cambio diferencial que respalda la meta fijada a las exportaciones de productos manufacturados con cierta dosis de valor agregado. No menos difícil es suponer que si el consumo y la inversión llegarán a las tasas antes mencionadas, el PBI lo haga a un ritmo notoriamente inferior al estimado para sus principales componentes. Esa aparente incoherencia puede obedecer a un grueso error estimativo -lo que no es muy verosímil- o en su defecto, debido a que “in pectore”, esperan un crecimiento superior -quizá entre el 4 y 5 por ciento del PBI- y una vez más, han subvaluado intencionalmente esa variable.
Los números del Proyecto de Presupuesto. En base a los elementos considerados, se ha previsto que el gasto total ascienda a $ 273.8 miles de millones; lo cual implica un avance interanual del 12.4% con respecto a los $ 243.5 miles de millones con que cerraría el ejercicio en curso. Resulta evidente que en la elaboración han tomado bien en cuenta que será imposible seguir expandiéndolo en la medida ocurrida en años anteriores y, por lo tanto, la suba proyectada está acotada a ese tan moderado porcentaje; hecho este que constituye una novedad absoluta y promisoria. Seguramente hayan evaluado, en función de información reservada, que lograrán ciertos acuerdos que aliviarán el actual cronograma de los futuros compromisos por servicios de la deuda pública externa. El Ministro reveló ante los legisladores que se han iniciado contactos con su colega francesa Christine Lagarde, los que ampliarían en oportunidad de la próxima reunión del “G.20”. Otro tanto estaría sucediendo con los “holdouts”.
Al margen de ello, es evidente que se ha operado un cambio de postura, el que venía insinuándose cuando pretendieron eliminar subsidios a los precios del gas y la electricidad mediante una fuerte actualización de tarifas. Resulta muy llamativo que las partidas que maneja el Ministerio de Planificación se hayan fijado en $ 38.830 millones; es decir, apenas 1.7% por encima de las que vienen disponiendo en 2009. Aún admitiendo que el desplazamiento de los precios minoristas no supere al 7.0% supondría, a valores monetarios constantes, una reducción real no inferior al 3.0%. Las subas más considerables se detectan en el rubro de jubilaciones (17.0%) y en el ámbito el Ministerio de Desarrollo Social que contempla reforzar el denominado “Plan Familias” que atiende a 118.667 grupos de beneficiarios. Diverso es el temperamento con que encaran las inversiones, pues anticipan que “se dará preeminencia a los proyectos en ejecución”; al mismo tiempo anuncian que “se ha efectuado un estudio más detallado” lo cual implicó una prolija revisión de los no comenzados para acordarles un orden prioridades y dar una mayor “jerarquización” al gasto. En la misma línea, los recursos tributarios a recaudar se han calculado que ascenderán a $ 353.7 miles de millones de los cuales, deducidas las transferencias de diversa naturaleza a las jurisdicciones locales por $ 74.5 miles de millones, permitiría que la Administración Nacional cuente con $ 279.2 miles de millones; es decir, un 17.4% más que en 2009. No están previstas modificaciones en el actual régimen impositivo; razón por la cual, a despecho de los reclamos de la Mesa de Enlace de las entidades agropecuarias, las retenciones sobre las exportaciones -en especial las que recaen sobre las ventas de soja al exterior- se pretende sigan inamovibles. Dentro de la documentación elevada al Congreso se incluye un pedido de prórroga para todos los impuestos cuya vigencia vencen a fin de año; entre ellos el a las Ganancias y sobre Créditos y Débitos Bancarios. Pero la “novedad” más importante es que el referido incremento porcentual global en los mencionados ingresos, por primera vez en ocho años, se han proyectado para 2010 superiores al monto total estimado para el gasto. Quizá por ello, el titular de Economía, al presentar el Presupuesto ante los legisladores sostuvo que es “responsable y equilibrado”; subrayando enfáticamente que “tiende a la sustentabilidad a largo plazo”. También podría ser posible que, concebido de manera tan prudente, coadyuve a facilitar la reconciliación y hasta la formulación de un juicio favorable por parte del F.M.I. No sería nada raro que ya haya algún principio de acuerdo como corolario de las dos significativas visitas de altos funcionarios de ese organismo, realizadas hace poco tiempo, de cuyo contenido se mantuvo estricta reserva. La preocupación por la situación de las Provincias parece no estar ausente ya que solicitan autorización para negociar “una quita, espera o renovación” de la deuda que éstas tienen con la Nación. En suma, un proyecto cauto, medido, ajustado a la difícil y comprometida situación que se deberá afrontar en el marco de la no finalizada crisis mundial.
Escrito por Salvador Treber - Profesor de Postgrado-FCE-UNC Viernes 05 de marzo de 2010. Comercio y Justicia.
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