La preocupante crisis de la educación argentina PDF Imprimir Correo electrónico
La voz del interior
Escrito por Salvador Treber   
Viernes 04 de Abril de 2014 00:00

La valiosa herencia de Sarmiento, quién se esforzó por consolidar un esquema educativo solvente y moderno para su época, lamentablemente ha venido perdiendo eficiencia y ello pone en serio peligro el futuro de nuestro país.

Quienes hemos llegado a vivir ocho décadas guardamos entre nuestros mas preciados recuerdos los años en que cursamos la escuela primaria. No se cometía ninguna exageración cuando hablábamos de “la segunda casa” al nombrar la escuela a que asistíamos y, muy especialmente, por la espontánea demostración de afecto hacia la maestra de los sucesivos grados, reconociéndolas como una “segunda madre”.

Es oportuno tener en cuenta que en 1869durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, el Gran Maestro, se realizó el Primer Censo de Población. A través del mismo se determinó que vivían en estas tierras apenas 1.740 miles de habitantes, a un promedio de 0,4 habitantes por km2; lo cual constituía un testimonio incontrastable de que estábamos en un virtual desierto. El segundo, de 1895, reveló un notable aumento relativo con un total de 4.950 miles (2,5 veces más); el que, de todas maneras, era apenas suficiente para arrojar un mezquino promedio de 1.8 habitantes por km2.

El ciclo lectivo se extendía de mediados de marzo al  de noviembre pero incluía el día sábado como obligatorio y había sólo cinco feriados (viernes santo, 1º y 25 de mayo, 9 de julio y 12 de octubre) aunque en todos ellos, la respectiva celebración se cumplía en el mismo día que correspondía. Otras conmemoraciones como el 20 de junio u 11 de septiembre eran recordados en la última hora de clase; con lo cual se lograba llegar a 200 días de actividad.

Las características del servicio prestado.

Quienes ejercían la docencia por entonces, en innumerables casos anónimamente cumplían un verdadero apostolado. En su  inmensa mayoría eran de sexo femenino, como lo fue mi propia madre, desempeñando el cargo en su plena juventud dentro de un entorno solitario y poco acogedor donde no había más de un par de casas, esperando diariamente a los niños que venían montando a caballo o en sulky desde las colonias circundantes. Las remuneraciones eran magras y con mucha frecuencia objeto de notables atrasos que en una circunstancia, sucedida en la provincia de Corrientes, llegó a acumular nada menos que ¡ocho meses!

Desde entonces han pasado otros 119 años y el país ahora cuenta con 41.200 miles de habitantes que surgen de haberse multiplicado la población por 8.3 veces; aunque en comparación con otros países del área siguen registrando un promedio harto exiguo de apenas 15 por km2 (Colombia 44,4; 24,7 en Brasil; 23,5 para Perú; 23,6 en Chile y 17,0 en Uruguay).

Respecto a la franja pobladores que tienen entre 6 y 20 años, se estima que 4,6 millones son alumnos que asisten a la escuela primaria y 3,8 millones a la secundaria; representando en conjunto 73,0% los que concurren a establecimientos públicos dependientes de cada uno de los 24 Estados locales. Por su parte, la enseñanza privada cubre el 27,0% restante, cobrando por la prestación de tales servicios; aunque la mayoría recibe subsidios de variable proporción que permiten disminuir su costo de gestión.

En cuanto al tercer nivel que incluye la actividad universitaria, cuenta en total con 1.8 millones de estudiantes que en un 82.4% revistan también gratuitamente, siendo la jurisdicción federal su prestadora. De acuerdo a datos proporcionados por el Anuario Estadístico del Banco Mundial, el rubro, incluyendo investigación, absorbe el 6.2% del gasto; de los cuales un 13,8% están dirigidos al primer nivel, 14,7% al segundo y 24,7% al tercero.

La gestión de los docentes.

Una diferencia bastante notoria es la actitud de los docentes, según revistan en uno u otro campo. Los privados en escasísimas oportunidades y por plazos muy limitados se adhieren no concurriendo a dar clases. En cambio, los que dependen del presupuesto público han ido acentuando sus reclamos y no vacilan en dejar a los niños sin la atención debida. Hay ejemplos paradigmáticos como el de la Provincia de Santa Cruz, en 2011, en que tales conflictos redujeron los días de clase efectivos a sólo 60 y la autoridad, por medio de un decreto, resolvió que todos pasaran de grado sin preocuparse demasiado por suplir el conocimiento no adquirido. El caso extremo lo ostenta Neuquén ya que allí, en 2010 las reiteradas huelgas disminuyeron el número de días efectivos de clases a un verdadero absurdo de sólo 40 días.

Frente a estos hechos es indispensable advertir que el “todo vale” para lograr los objetivos salariales, antepone los reclamos de los educadores a la prestación de un servicio esencial e imprescindible, generando efectos devastadores. La finalización de los paros para los huelguistas dependía que le satisfagan ciertos requerimientos y que no les descuenten los días no trabajados. Pareciera que allí termina el tema y no es así pues los principales perjudicados son los componentes de una generación de estudiantes.

Durante la década de los años Noventa (Siglo XX) en sólo una oportunidad durante tres meses se habilitaron los días sábados para reparar ese daño y actualmente sólo la Provincia de San Juan lo hace ¿Por que ahora no se sigue ese ejemplo en las otras ocho Provincias que pararon durante 17 jornadas hábiles? En 2013 los días de clase por idénticas causas fueron  sólo 150 y parece  que los maestros se conforman engañándose, tanto a sí mismos como a la sociedad toda, arguyendo que seleccionarán y sintetizarán los temas más importantes. Eso es un falso argumento sin fundamento.

No podemos dejar de tener muy en cuenta que los ciclos formativos de estudio en Argentina se distinguían entre los más eficientes del mundo. Desde hace medio siglo los mismos han venido perdiendo calidad y descendido a niveles habituales en países atrasados.

Resulta claro que una franja no mayor del 8.0% de los educandos que tienen mayor capacidad y/o contracción al estudio habrán de suplir ese vacío; aunque globalmente (el 92.0%) si no se toman medidas apropiadas para apoyarlos, pasarán a ser miembros de una generación frustrada. Y esa sin duda será, en alta medida, una deuda impagable de los docentes que realizan extensos o muy frecuentes paros...

Escrito por Salvador Treber - Profesor de Postgrado-FCE UNC

Viernes 04 de abril de 2014. La Voz del Interior.

 
Banner
Banner
Banner
Banner